miércoles, 24 de febrero de 2016

El cine de artistas: John Wayne y Vera Ralston en “Incidente en Dakota”.


                          


Una comedia de feliz ver: Incidente en  Dakota, del artesano Joseph Kane, con un dúo inspirado: John Wayne y Vera Ralston


Título original: Dakota
Año: 1945
Duración: 82 min.
País: Estados Unidos
Director: Joseph Kane
Guión: Lawrence Hazard, Howard Estabrook (Historia: Carl Foreman)
Fotografía: Jack A. Marta (B&W)
Reparto: John Wayne, Vera Ralston, Walter Brennan, Ward Bond, Mike Mazurki, Paul Fix, Ona Munson, Olive Blakeney, Hugo Haas, Nick Stewart, Grant Withers, Bill Wolfe, Robert Livingston, Fred Aldrich, Jack La Rue, Selmer Jackson, Roy Barcroft

            Siempre es sorprendente la facilidad con que la industria cinematográfica americana consigue sacar adelante proyectos a los que apenas les basta bien un guión curioso, bien unos intérpretes magistrales, bien un director artesano para hacer un producto de impecable factura que consigue captar ese bien tan preciado que es el interés de los espectadores y mantenerlo durante todo el metraje. Eso sucede con Incidente en Dakota, una película de la que podría decirse, en principio, que tiene todas las papeletas para ser absolutamente irrelevante, pero en la que un par de excelentes actores, así como la pericia de un hábil artesano, consiguen crear una película muy digna de ser vista y paladeada, porque, aquí y allá, en diferentes secuencias y planos, incluso tiene momentos de cine muy logrado. Si además aparece un secundario de lujo como Walter Brennan, la cosa se pone incluso estupenda. La anécdota de la película parte de un matrimonio a espaldas del padre de la novia, quien se empeña en detener a su hija, apalear al marido “ladrón” y reintegrar a su hija al hogar familiar. El tono de comedia ligera que tiene la película, al que se adaptan con una actuación ejemplar Wayne y Ralston, permite ir siguiendo la floja peripecia argumental de la misma, que gira en torno a la inversión que el matrimonio quiere hacer en terrenos que se revalorizarán, por las expropiaciones correspondientes, con la próxima llegada del ferrocarril, del que es propietario el padre de la novia. Tras el encuentro con los malvados de rigor que quieren adelantarse a la compra de terrenos mediante engaños y coacciones, la situación tiene un desenlace que sube muchos enteros la calidad de la película, sobre todo por las imágenes nocturnas espectaculares de las cosechas incendiadas. Hay, en toda la película, una naturalidad en la realización que recuerda mucho la del gran mago de la misma que fue John Ford, esa apariencia de que no pasa nada, de que todo es trivial, cotidiano, y, sin embargo, se están ventilando asuntos muy serios, sean éticos, políticos o psicológicos. A ese respecto, la entrevista/seducción entre la “vampiresa” del salón y John Wayne es ejemplar. Es cierto que la anécdota de la que parte el argumento es relativamente floja, que hay alguna confusión en el desarrollo de la trama, con espectaculares cambios de propiedad de los dineros y del contrato de propiedad de los terrenos que los campesinos le han malvendido al ventajista de turno, pero, en resumen, la película sabe resolver esas carencias, sobre todo con la presencia contundente de la pareja protagonista. La Wikipedia recoge una anécdota de Vera Ralston muy ilustrativa de su carácter: Later that season, she competed at the 1936 Winter Olympics, where she placed 17th. During the games, she personally met and insulted Adolf Hitler. Hitler asked her if she would like to "skate for the swastika." As she later recalled, "I looked him right in the eye, and said that I'd rather skate on the swastika. The Führer was furious." Buenos mimbres, en efecto, para devenir una star de Hollywood.


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